20 nov 2010

Un Año Enredando Palabras


Hace un año comenzaba esta experiencia totalmente nueva para mí, que vivía  disociado de Internet,  de abrir un blog.  Como la gran mayoría de nuestros blogs,  nació como reacción a la  embestida bestial y destituyente de una derecha miope y mediocre, pero apuntalada y dirigida por los encantadores de serpientes colectivos, los fabricantes de opinión pública a medida.
Fue muy importante, en mi caso, la influencia de Carta Abierta, a la que me había integrado a principios del 2009, porque allí encontré a un núcleo notable de resistencia, dispuesto a dar la batalla cultural de construir el otro relato, el del campo popular, para oponer al  hegemónico.
Allí comprendí claramente que un posible puesto de lucha era escuchar atentamente los discursos del poder, el lenguaje de los medios, y  comenzar, en humildísima escala, a buscar fisuras para penetrar en ellos, para  develarlos, a la vez de comprender que es imprescindible generar nuestros propios símbolos para seguir cambiando la realidad.
Eran momentos donde era muy difícil defender al Gobierno, porque la maquinaria propagandística nos convertía en una suerte de  fanáticos de una secta diabólica, dispuesta a devorar todo, a destruír el país. No se podía mantener una discusión política en un tono racional, en términos de intercambio de opiniones; más bien, parecía haber un aire inquisitorial por parte de quienes decían defender la libertad (y en particular, la de prensa y expresión). Eramos, si se quiere, una suerte de descastados. Todo esto nos fue llevando al teclado.

El 20/11/09, bajo el título "Palabras Preliminares" (¿pensaría que estaba escribiendo un libro?) dábamos nuestro manifiesto de intenciones: 
"Como ocurre con todo lo que nace, llega a este mundo precedido por expectativas y deseos, por ideales a los que apuntar.
Enredando Palabras no es la excepción; por un lado, enredar palabras será ponerlas a jugar en la trama de una red colectiva, pero, por otro lado, enredar palabras será el intento de enmarañar ciertos discursos que se pretenden verdades reveladas. La idea es cuestionarlos, desnudarlos, poner en relieve qué se proponen, qué implican. En síntesis, Enredando Palabras es la creación de un espacio compartido para construír nuestra propia mirada crítica sobre nuestra sociedad y nuestras instituciones, partiendo de los discursos dominantes y develando la dimensión del engaño".  En esto mismo seguimos estando.

Ahora bien, vamos a lo que realmente importa, que es la gratitud.
Quiero agradecer profundamente a todos los compañeros, a todos estos amigos que con su lectura y sus aportes, sostienen este deseo de escribir.  Los mal llamados "comentarios" que ustedes dejan, muchas veces han producido más texto, lecturas más profundas,  que los escritos que las originaron, lo cual es siempre una gran satisfacción. Ya lo dijimos anteriormente: en este blog, los comentarios forman parte del texto, porque son ni más ni menos que su retorno enriquecido.
Como dice Silvio Rodríguez en "Playa Girón": compañeros de historia. Muchas Gracias a todos por la grata compañía. Nos seguimos leyendo.
 

13 nov 2010

Los Vivos, los Muertos y los Muertos Vivos


Me gustan mucho las películas de terror, y en particular, dos subgéneros: uno, que podría bien ser representado por filmes como "El Exorcista", y el tríptico de "La Profecía", en las que se percibe la presencia del demonio mismo, la entidad suprema del mal, y su influencia sobre los hombres, intentando conducir al mundo al reino de las sombras.
El otro subgénero, que francamente me apasiona, es el de los zombies, los muertos vivos.
Éste me parece mucho más rico en matices, en metáforas, en lecturas. Lo que marca mi preferencia por éste último es una característica distintiva del anterior: acá no se trata del maligno supremo: el sujeto en cuestión es el humano mismo.                                                              Pero, adelantémoslo desde ahora, no vamos a hablar desde el Psicoanálisis sobre la muerte, sino ensayaremos algunas metáforas, algunas lecturas que podríamos desprender.
 Conociendo muchos protagonistas de la vida política argentina, guiarnos por el género del terror no parece una elección desacertada. Veremos a dónde nos conduce. 
 A pesar de haber infinitas versiones sobre los muertos vivos, casi todas tienen su origen en una extraña infección, de origen desconocido, que causa la muerte de los infectados, pero que, posteriormente, hace que revivan.                                                                                                           Ahora bien, ¿Viven?. Es éste el primer punto a discutir; en realidad, difícilmente pueda aplicársele ese término, porque en su reanimación lo único que los hace parecer vivos es un ansia devoradora, la ira con la que se entregan a su festín caníbal.  El moverse, el ejercer su voracidad, les da una apariencia de vida, una cáscara vacía. No dejan de ser muertos por ello, porque no tienen vida propia.¿Alguien podría imaginar a cierta diputada, especialista en fundar partidos políticos, a los que luego devora, construyendo, haciendo algo positivo ?
No deberán los vivos olvidar las cartas a las embajadas,  las profecías apocalípticas y sangrientas en las que se preparaban emboscadas a las caravanas de las 4x4; ni tampoco el fin por linchamiento a los Ceacescu vernáculos, o el deseo de viudez. Tantas dentelladas se le han soportado:  es la muerta viva por excelencia: sólo el odio y su ansia devoradora sostienen la ficción de su vida política.
De todos modos,  y muy a su pesar, cuando ésta diputada, otra que la sigue( al decir de un amigo "con fidelidad canina"), el capitoste de turno de la Rural, o la empresaria apropiadora de bebés atacan con toda su furia, nos quedamos con la tranquilidad de saber que estamos lo suficientemente vivos, y por el buen camino.
¿Cómo no ver la similitud del comportamiento del Grupo A en el Congreso con la imagen de los zombies deambulando, con el único interés de encontrar qué devorar ? Un sello distintivo es justamente que no tienen propuestas propias, sino conductas reactivas: "se oponen a", no proponen.
Quizá alguien pueda decirnos que es exagerado y maniqueo efectuar esta comparación con ciertos personajes. Y es posible que así sea; ocurre que la ferocidad de sus embates, muchas veces carentes de sentido no ya político, sino elementalmente común, el afán irracional a oponerse a lo que sea, remeda demasiado a este género de terror como para poder sustraerse a la tentación. Por supuesto, no nos referimos en los mismos términos a la totalidad del conjunto opositor; es claro que hablamos de un amplio y selecto grupo fácilmente reconocible: los que circulan de un programa a otro de las empresas de comunicación concentradas, repitiendo hasta el hartazgo el libreto asignado. 
Argentina tiene una excepcional riqueza de muertes reales significativas: Perón, Evita y el Che, los desaparecidos. Carrasco, Kosteki y Santillán, Fuentealba, Jorge Julio López, Mariano Ferreyra y tantos otros. Estos han sido muertos que han trascendido a la vida en el recuerdo,
son la prueba del triunfo sobre la muerte; si la muerte es la inmutabilidad, la imposibilidad del cambio,  ellos vienen a atestiguar que han dejado marca. Son Nuestros Muertos, los llevamos incorporados, justamente porque los sabemos irremediablemente muertos.
 Los otros, los  muertos vivientes, a su manera, constituyen una metáfora fallida: mientras algunos muertos, auténticos, reales,  reviven en el espíritu de los que están vivos, alimentándolos, nutriéndolos con su ejemplo, ellos, los falsamente vivos, constituyen su contracara: pretenden alimentarse de lo viviente, para sostener así su propia apariencia de existir. Quizá en este punto sea pertinente la imagen de quien ha llegado a la vicepresidencia, y que construye su carrera política sobre el terreno de la traición. ¿Quién lo hubiera conocido, qué notoriedad pública habría alcanzado este mediocre si no hubiera existido la traición ?. Lo espera, de todos modos, el destino de los parias. Nadie quiere a un traidor.
Otra característica de los muertos vivos es su carencia de referencias morales y éticas: como  la voracidad es su única guía, no deberían sorprendernos los intentos para desfinanciar al Estado en ocasión de uso de las reservas del BCRA para desendeudarse, o la operación  mayúscula de clientelismo y engaño artero con el 82% móvil, etc. Lo importante es morder al Estado kirchnerisma, arrancarle pedazos, debilitarlo.
Algunos muertos vivos, que en el pasado eran amos del infierno de la ESMA, terminaron de morir en completa soledad,  su pasada omnipotencia reducida al estado vegetativo. Lástima grande, hubiese querido para él una larga y agónica sobrevida, tediosa e indigna.
En algunas películas, le otorgan a los muertos vivientes una cierta capacidad evolutiva: algunos aprenden a escribir, y reclaman para su banquete caníbal un muerto a voces. Otros de su especie, menos evolucionados, pero rigurosamente prácticos,  le obsequiaron el cadáver de Mariano Ferreyra. No vamos a olvidarlo, nunca. Ni el pedido, ni el cumplimiento.
Los Muertos Vivos en Argentina han aprendido a usar máscaras: algunos congresistas, jueces, empresarios, periodistas, políticos, sindicalistas, esconden el verdadero rostro, ocultan sus colmillos bajo un semblante de republicanismo, consenso y seguridad jurídica, acechando los puntos débiles, esperando el momento oportuno. Durante años se han mimetizado, aparentando ser seres vivos, y han devorado incontables puestos de trabajo, le han comido la esperanza a millones de compatriotas, han desgarrado sus sueños. Pero, paradójicamente, hubo alguien que murió hace muy pocos días, y produjo un efecto fenomenal: comenzó a multiplicar, en los vivos,  la conciencia de estarlo, y forzó así un contraste mucho mayor con los muertos vivientes. Ya no se puede alegar inocencia...
Será entonces, tarea de los vivos, comenzar a reconocerse entre sí a pesar de sus diferencias, aceptarlas, e integrarlas en síntesis superadoras; comenzar a distinguir claramente entre quienes, sin pensar igual, buscamos el mismo destino: la vida, con inclusión plena, con dignidad, con futuro. Vivos, bien vivos, y honrando a nuestros muertos.

3 nov 2010

Bicentenario y Muerte: el Pueblo en Acto

A veces uno siente simplemente el impulso de escribir y ya; una fuerza poderosa, una corriente de agua (¿o un viento patagónico?) que lo lleva por delante, lo atropella.  Y si bien  nunca se tiene muy claro qué terminará diciendo, a veces sabe sobre qué  va a hablar.
No es ese el caso hoy. Se entrecruzan, se mezclan, se arremolinan sentimientos y pensamientos, intuiciones; visiones del pasado y del futuro, muertes y nacimientos; pero, paradójicamente,  de todo este caos surge un sólo punto de certidumbre: el de haber cruzado un umbral en la historia a partir del cual nada será como lo fuera, porque algo nuevo está naciendo. Porque  muerte y  vida son  dos caras de la misma moneda.
La muerte de Néstor Kirchner irrumpió en nuestras vidas, pateando todos los tableros, reconfigurando todo a su alrededor de manera dramática, del mismo modo en que había llegado; hasta en eso fue coherente.
Durante estos días, en las largas horas de estar en la Plaza y en la fila para la despedida, me preguntaba porqué estaríamos ahí cada uno de nosotros; cuál era el motivo singular, la cuerda íntima tocada para que nos encontráramos allí toda la maravillosa y heterogénea multitud que conformábamos;  si el motivo que había impulsado al profesional de buen pasar económico era el mismo de la mamá que percibe la AUH; o si lo que convocaba a la gente anciana que estuvo allí increíblemente en pie a lo largo de las horas era compartido por las oleadas de pibes y pibas,  jóvenes, vitales, deseosos de construír su futuro. 
Se lloraba, se cantaba, se compartía con el ocasional compañero de al lado, con el que el destino había juntado en un tiempo, un espacio y un ideal.  Había una ceremonia pagana, un conjuro de la tristeza, sí, pero sin angustia.  No es un dato menor: había una gran tristeza, una pena enorme, pero a la vez una gran serenidad, en todo caso, un triste compartir.
No puedo evitar recordar un momento del Bicentenario: en la medianoche del 24 de Mayo, cantando el Himno junto a millones, donde escribíamos que lo que se jugaba era, ni más ni menos que la Constitución del  Nosotros; me pregunto si no estaremos ante una profundización de ese "Nosotros", emergiendo como el acto fundacional de una nueva etapa, del resurgimiento de una fuerte corriente de pensamiento y sentimiento nacional y popular, libertaria e incluyente, allí donde antes había sólo dudas .
"Gracias, Néstor. Fuerza, Cristina" , es el grito de batalla, la imbricación de lo que ya se ha hecho con lo que aún está pendiente de hacerse; es, también, la letra del compromiso que, en tanto pueblo, asumimos: seguí esta línea, te acompañamos.
Ahora bien, ¿habrá alguna razón fundamental, que se destaque nítidamente sobre las demás, que haya originado esto ? Seguramente, cada uno de nosotros tendrá la suya; en lo personal, creo que Néstor Kirchner volvió a unir política con pueblo mediante la Dignificación: si la política vuelve a tener sentido,  retorna como rectora de los destinos de un pueblo, es porque lo hace atendiendo los intereses  de las masas populares, en particular, de las más desprotegidas.  La política deja de ser instrumento de dominación económica y social para transformarse en la herramienta de cambio.  Esto, en sí, en la Argentina del siglo XXI, es una verdadera revolución, diríamos, la matriz revolucionaria: ampliando el espectro comunicacional, lo que redundará en mayor pluralismo;  volviendo a otorgarle al Estado un rol fundamental en el equilibramiento de la economía; promoviendo la industrialización en general, recuperando fábricas; la AUH a la vez que ayuda económica importante para los más desprotegidos, provee educación;  la promoción del empleo de toda manera posible;  la posibilidad que los trabajadores discutan salarios mediante paritarias; el rescate del sistema previsional y la lenta pero persistente recuperación de los haberes jubilatorios; la ampliación de derechos de las minorías, como lo ha representado la Ley de matrimonio Igualitario; y batallas aún por darse, como la discusión sobre el Aborto, porque el estado no puede desatender el hecho ya existente que éste se produce clandestinamente, pero que las mujeres pobres lo efectúan en condiciones que suelen desembocar en su muerte. ¿Alguien puede pensar en que estas conquistas son fácilmente desmontables ? Si bien una parte de la población tiene un acendrado componente reaccionario, hay desatado en la sociedad un impulso a más, a mejor, que no será fácilmente detenible por quienes tiran para atrás.
La muerte. Jodido tema para meterse. A nivel del Inconsciente, el freudiano, no hay representación en el Inconsciente; traduzco: no hay palabras que recubran eso llamado muerte.
Si toda muerte es, a su modo, un mundo que se derrumba, ésta, nuestra magna muerte, reconfigura el campo  en cuestión, porque ha hecho del Pueblo, Acto.
No puedo dejar de emplear este "reconfigura", es lo que insiste y en su insistencia repite, pero repite en diferencia,  porque justamente todo va mutando: el traidor es más visible en su traición, porque destaca, contrasta demasiado con la extraordinaria muestra de gratitud y lealtad colectivas. La impotencia de los charlatanes de la politiquería, sus discursos de ocasión, mediocres, grises, naufragan frente a la simple contundencia  del acto popular;  la fabricación perversa del sentido común se va a pique, porque queda desnudo el odio que lo sustenta, mientras sus pantallas no pueden ocultar el amor de millones.  
Allí donde la  idea neoliberal creaba clientes, consumidores, competidores, instalaba individualismo, desconfianza, lucro, cálculo. Lógica de mercaderes, el fin supremo no se extiende más allá de la propia familia. La libertad, tan bastardeada, se reduce al derecho de propiedad. Privada, claro.  Si la libertad es "del individuo" y la propiedad "es privada"; si la sociedad se reduce a un ámbito de competencia individual, con ganadores y perdedores; si el pensamiento se vuelve el eco de la voz del otro, no hay proyecto común posible, no hay destino común posible. Es éste el verdadero lugar de la Angustia: la posición de la mosca atrapada en la telaraña.
Hacía falta un nuevo acto para salir de este lugar de la angustia, de la telaraña del pensamiento único. Esta es la novedad que viene a introducir el kirchnerismo: a fuerza de hechos, de actos,  de restitución de dignidades, va haciendo que lo invidividual vacile, que el otro comience a tener otra existencia. Es eso, entre otras cosas, lo que encierra ese "Gracias, Néstor. Fuerza, Cristina" . Esta corriente de pueblo es la que se constituye en acto; es el pueblo hecho cuerpo el que abarrota la Plaza de la historia. El Pueblo en Acto es de la misma madera que el que en el 45 rescató a un hombre para convertirlo en su líder.
Ese ganar la calle sin otra convocatoria que el compromiso que se decide asumir; ese poder verse reflejado en las lágrimas del otro que se convierte en un semejante, ya de por sí constituyen una dolorosa derrota para la antipolítica: donde nos quieren temerosos, "adaptados",  discriminando al de tez más oscura,  con su billetera más vacía y su vocabulario más limitado, separados, en cambio, nos encuentran en pleno acto,  resignificando la toma de ciertas banderas nacionales que habíamos comenzado a vislumbrar en el Bicentenario: ya habíamos comenzado a entender que había que volver a constituír ese "Nosotros", ahora, estamos aprendiendo a darle su contenido: inclusión, dignidad, justicia.
Y en eso estamos, muchos de nosotros, reaprendiendo a ser pueblo.
Hasta la Victoria, Siempre.