29 abr 2010

Lo que la Plaza nos reclama (leer más)

Si hay un lugar en el mundo donde siempre se puede ser argentino, es en su superficie.
Dondequiera se esté, evocarla es  trasplantarse, echar raíces.
Se me ocurre que tiene una secreta vida propia, y más aún, el don de la memoria: ante su mirada atenta, los hechos se convirtieron en el relato que nos funda.
Parturienta de la historia, en su seno se festejó la victoria sobre la rubia albion y se produjo el grito libertario de 1810.  Presenció gestas populares  y golpes de cipayos.
Lugar en donde la masa se hizo pueblo rescatando a quien supo y quiso dignificarlo; donde un balcón se convirtió en el centro del universo y quienes vivaban a su líder aprendieron que allí estaban juntos,  no amontonados.
Conoció de renunciamientos, de bombardeos cobardes, del odio desatado, de la prepotente usurpación del poder popular.  Cuántas veces, cuanta infamia.
Sufrió la más oscura de las noches, la de los asesinos, sedientos de sangre joven, sea de quienes luchaban por un país más justo, sea de los inmolados en el Atlántico Sur en nombre de la eternización en el poder de los perversos.Conoció el día después de la larga noche, las felices pascuas, los pactos ruines. Los pobres empobreciéndose hasta límites insospechados, los ricos enriqueciendo hasta lo obsceno.
 En el inicio del nuevo milenio, retorno de las muertes por   viejos motivos: la inequidad extrema que estalla. El helicóptero sube, las persianas de las industrias bajan, los templos del dinero se cercan.

Madre-Plaza, también ella supo, a partir de la ausencia, crear madres y abuelas. Y en el mismo acto, crear hijos y nietos. Que somos todos nosotros: pueblo.
Hijos y nietos de tanto sufrimiento, de tanta postergación, de tanto sueño trunco, por la muerte, por la vida injusta, trunco por la falta de oportunidades y la sobra de necesidades.
Pero nos estamos pariendo. De Moreno y Castelli. De Alem, Yrigoyen. De Perón y Evita. De Scalabrini Ortiz y Jauretche. De Ernesto Che Guevara.  Y de tantos otros que fueron marcando una huella que seguimos. Nos reunimos con Artigas, Bolívar, Tupac Amaru. Nos encontramos con San Martín; Belgrano, Juana Azurduy .Con los pueblos originarios, con los desheredados. Volvemos a ser lo que nunca debimos abandonar: nuestro ser latinoamericano.


Por ellos, por todos ellos, hoy estamos luchando porque la justicia llegue, aunque tarde, pero llegue. Y que alcance a uniformados matadores y a los civiles que los llamaron. Cada uno de ellos supo matar a su manera.

Por eso hoy la lucha es porque ningún pibe tenga hambre, que sus padres tengan trabajo digno, acceso pleno a la salud, la educación, a la cultura, a la igualdad de oportunidades.

Que no se engañen los soberbios y sectarios de discurso dominante, único e iluminado. La tarea del campo popular es hoy la unidad en la diferencia, la fecunda tensión de las ideas, y no el desvitalizado consenso, el  vulgar acuerdo de cúpulas propuesto como paradigma de lo democrático.
La Plaza de los argentinos, nuestra plaza, lo reclama. Nos reclama: igualdad, inclusión, dignidad.
Quien quiera oír, que oiga.

18 abr 2010

El Dr. Grondona y la evolución de los gorilas (leer más)

Como cada domingo, el Dr. Grondona vuelve a iluminar nuestra oscura existencia desde su columna en el Diario La Nación. Esta vez, el rayo de luz cayó sobre la polémica en torno al nuevo gorilismo anti-k, de acuerdo a lo dicho por el escritor Guillermo Martínez en una entrevista. Martínez sostiene que hay un nuevo gorilismo en la era k,  que rechaza todo lo proveniente del gobierno sin analizarlo, basándose en un odio irracional. El Dr. G no se priva de destacar que Martínez en un principio apoyó al kirchnerismo , pero que luego se fue alejando, y que hoy preconiza la necesidad de una mirada más racional para juzgar al gobierno. Convengamos que no lo consideraría candidato para obtener un premio por su aguda observación social, pero, hasta aquí, sano sentido común. Veamos la construcción  que hace nuestro columnista basándose en ésto. Comienza su análisis poniendo a Kirchner en una misma serie junto con Rosas y Perón. Aquí podría suponerse que es como un halago, pero en realidad, no tarda en mostrar la jugada: es la serie de los que despiertan sentimientos de odio, la serie de los "odiables", que con su delicadeza acostumbrada él denomina como "hombres fuertes", y su relato de cómo les fue, en la historia, a quienes se les opusieron. Sostiene que, mientras los antirosistas lograron, más allá de derrotar al tirano,  pensar y plasmar "otro país", los antiperonistas de los 50 fracasaron, ya que el derrocado tirano volvió años después con toda la gloria. (¿habrá que leerlo como una autocrítica en su personal estilo ? si lo es, se cuida mucho de no aparecer como involucrado, sino más bien como un relator en off). Ahora bien, ¿ Qué determinó el triunfo de uno y el fracaso de otros ? No fue -en sus palabras- el exceso de odio, sino defecto de imaginación ( también, comparando a Alsogaray con Alberdi...)

Cuando Martínez ejemplifica este odio irracional en los deseos de muerte ante la operación de carótida de Néstor K, Grondona efectúa una inversión de la carga, preguntándose si "es racional" caracterizar a Cobos como un croupier del Senado. Por lo pronto, ubica a los K como el origen del odio. Es interesante ver también como este discurso que despliega es totalmente  sincrónico, toma cada momento histórico totalmente desprovisto de sus antecedentes, de lo determinante a su conformación particular, son como puntos de cristalización, en donde la historia se detiene.

Decíamos que ubicaba a los K, a sus actitudes, como generadores del odio, por lo tanto, va a terminar postulando que, para superarlos, no basta con un "manso no kirchnerismo", esto es, algo meramente distinto, (cito) " sino formular en conjunto un proyecto nacional englobante como el Acuerdo de San Nicolás o el Pacto de La Moncloa". Imposible no ver aquí el anhelo duhaldista ( y por supuesto, también grondoniano) de aministías reparadoras, reconciliaciones históricas, etc Es para lo que sostiene su esperanza ocurra el año próximo.

Ahora sí, va llegando al punto que le interesa, que es la construcción de una línea conceptual donde liga "lo racional "con "lo normal", por oposición a otra, en la que "lo anormal" estará relacionado con " lo irracional" . Su razonamiento es el siguiente: para evaluar al gobierno racionalmente, es decir, sin el prisma del odio, Néstor Kirchner debiera de ser un candidato como cualquier otro, normal -cito- "en cuanto a que ninguno ha renegado del espíritu democrático y representativo de nuestra  Constitución". La anormalidad se verificaría en un pecado de origen: dado que con Cristina tienen un matrimonio políticamente indisoluble (me hizo recordar a Bergoglio...) si Néstor K ganara las elecciones de 2011, sería un tercer período consecutivo de gobierno,  ergo, ilegal. Solo le resta dar un paso más: si lo distintivo del kircherismo,( amén de su poco respeto a ciertas formas, como el trato poco protocolar al peculiar vicepresidente en ejercicio de la oposición) es su estilo de concentración de poder, ¿quién le asegura a nuestro atribulado columnista,( y a la patria odiadora) que no estén buscando una eternización en poder ? Cito textual su conclusión: "Este temor, ¿sólo resulta del odio irracional que condena Martínez, o constituye, al contrario, una expresión enteramente racional ?".

 Esforzado trabajo que toma para justificar el odio, que por supuesto, siempre es causado por el otro. Es éste un odio que justifica cualquier maniobra desestabilizadora, como su obsceno regodeo con Biolcatti (y tantos otros "próceres")

Esforzado trabajo para deslegitimar a un gobierno surgido del voto popular.

Esforzado trabajo para seguir siendo Mariano Grondona, sencillamente quien ha sido y quien es, Mariano Grondona.

Casi todo dicho.