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10 ene 2010

ADN, NobleZA y Dos Demonios (leer más)

Habiendo leído en el diario Perfil del 09/01/10 una nota del columnista Eduardo Montes Bradley titulada “Nobleza obliga”, no puedo sustraerme a la necesidad de escribir sobre ello. Quizá no sea la “última noticia”, pero creo que es al menos merecedor de algunas reflexiones.
La nota en cuestión trata sobre las pruebas de ADN a los hijos adoptivos de la Sra. De Noble, y de la oposición del autor a este hecho.
Mi crítica no estará construida desde el derecho -en parte porque no soy abogado, en parte porque no está planteada una cuestión de legalidad- sino más bien desde una posición ética.
Montes-Bradley parte de una postura en que la obligación de hacer la prueba de ADN para los –tomémoslo muy en cuenta- adultos hijos adoptivos de la Sra. de Noble es un acto de violencia, un atropello a su derecho a la privacidad, y, por sobre todas las cosas, una suerte de reedición de la violencia por parte del Estado.
Veamos como se desarrolla. Cito: “el capilar de la infamia habría de establecer un vínculo entre los hijos de la burguesía acomodada y alguna de las víctimas del período 1973-1983. El problema es que los niños, hoy adultos, no quieren sumarse a la cruzada y que respetuosos de su estirpe de adopción, se resisten al linchamiento que propone la misma sociedad que condenó a sus padres biológicos”. Más adelante, pero en la misma línea, continúa: “En la pantalla, una foto de Marcela y Felipe ingresando en alguna dependencia… hay dos aberraciones: aquella que tiene lugar en el momento que son forzados a dejar los cuerpos inertes de sus progenitores, y una segunda que renueva la oblación en el momento en que el estado los obliga a desnudarse. Marcela y Felipe no son los acusados ni parecieran dispuestos a complacer los requerimientos de un país que ya condenó en boca su madre adoptiva por el solo hecho de ser rica y poderosa, por haber convivido y pactado con la dirigencia militar al igual que el resto de la sociedad, incluso los muertos y los desaparecidos, que lo hicieron en sus propios términos o en los términos del enemigo” Disculpas por lo extenso de la cita, pero realmente da material. Si de algo prescinde Montes-Bradley es de señalar que, de comprobarse que son hijos de desaparecidos, estaríamos ante un caso absolutamente aberrante, un delito ante el cual la Noble Sra. no podría alegar desconocimiento, pero, como él lo titula, “nobleza obliga”… a omitirlo. Notemos cómo va introduciendo la Teoría de los Dos Demonios: Marcela y Felipe –con esa familiaridad mediática tan de moda- se resisten al linchamiento de la Sra. Herrera de Noble por parte de la misma sociedad que condenó a sus padres legítimos. Lástima que a sus padres legítimos no los condenó “la sociedad”, sino una banda de alucinados criminales que se habían apropiado del poder de vida y muerte. Tampoco parece probable que a esta señora se la linche,( a pesar de que tuvo relaciones con el poder militar como todo el mundo…). Pero nuestro columnista avanza más aún en el concepto cuando habla de las aberraciones: la primera, esta separación de sus padres biológicos (en realidad, prefiero decir: legítimos) y la segunda, la intervención del estado que busca establecer su identidad. Y volvemos a la Teoría de los Dos Demonios, pero ya más envalentonado: le otorga el mismo estatuto al secuestro, desaparición, muerte, ocultamiento, apropiación de niños y de su identidad, que a la exigencia legal de efectuar la prueba de ADN. ¿Tomamos conciencia de lo que estamos leyendo? Hasta se toma la licencia de afirmar que en esta segunda aberración –la actual, del ADN- se renueva la oblación, es decir, una ofrenda o sacrificio que se le hace a Dios. ¿ A qué Dios ?. Vuelvo a citarlo porque está admirablemente confesada su postura: “y las abuelas deberían entender que no pueden apoyarse en la prepotencia de un Estado represor con el objeto de satisfacer búsqueda alguna por legítima que fuera. Nadie tiene exclusividad al reclamo, menos aún quienes, con el aval capitalista del estado, tergiversan justa causa en mezquinas aspiraciones proselitistas. En cambio, las abuelas terminan cargándose la integridad de su sangre en la violación reiterada de los hijos de sus propios hijos”.
Es decir, Felipe y Marcela son sacrificados a las Abuelas que, por satisfacer sus oscuros intereses, vuelven a inmolar a sus nietos.
Aquí sí completó el círculo: mucho peor que las desapariciones, el robo y sustitución de identidad, es la acción de Abuelas y del Estado buscando verdad y justicia, porque replican el sufrimiento: Marcela y Felipe saliendo en la pantalla (de TN, de Canal 13, Clarín Digital, etc.?) y porque su madre adoptiva ya fue condenada solamente por ser rica y poderosa.
Sólo faltaba de fondo una canción de Micky Vainilla.
Y encima lo tituló “Nobleza Obliga”.
Dado que estuvimos hablando todo el tiempo de filiación, no me quedan dudas: estamos ante un reverendo hijo de puta.


Nota Comentada:  (Diario Perfil) http://www.perfil.com/contenidos/2010/01/09/noticia_0013.html