El lugar elegido para posicionarnos habla de nosotros.
El jueves pasado, en el Congreso, tuvo lugar la jura de los nuevos diputados, y fue además, la ocasión en la unión de radicales, PJ disidente, PRO, y Coalición Cívica forzaron al oficialismo a cederles el control de la mayor parte de las comisiones y avanzar sobre las autoridades de la Cámara de Diputados, so pretexto de honrar el mandato del voto popular. Hasta aquí, y conociendo los antecedentes de las fuerzas citadas, no debiera de extrañarnos nada. Pero, además de los mencionados, hubo otros bloques, dentro del espectro que solemos llamar progresismo ó centroizquierda, (denominaciones que no comparto, pero, cosa interesante, no hay disponibles muchas otras que abarquen el concepto, volveremos sobre esto) decíamos que hubo bloques del centroizquierda que se unieron en complicidad con la derecha: Libres del Sur, SI (dip. Macaluse), Proyecto Sur. Hubo, destaquemos, otros que no, encabezados por Martín Sabbatella.
Ahora bien, ¿Qué lecturas debieran de hacerse al respecto?
¿Qué será entonces “centroizquierda”?
Veamos a dónde nos lleva este derrotero.
Indudablemente, el eje del juego político argentino sigue siendo el llamado kirchnerismo: esta unión de biblias y calefones que mencionamos existe solamente en ocasión de mostrarse, ante una sociedad lo suficientemente adoctrinada por los medios, como quién es “el” opositor, quien debe de sucederlos en el poder para “restaurar el republicanismo”, quién, en suma, logrará matar al monstruo populista. Con la mira puesta en el 2011, muchos de los buitres preparan el festín, compiten entre sí por lo que creen –yo no estaría tan seguro- son los despojos, los restos del actual oficialismo: el traidor serial Cobos, la desquiciada Carrió, el lastimosamente inútil Macri, lo más granado de la derecha peronista (Duhalde, Solá, Reutemann, etc) y si consiguiera comprar la constitucionalidad de que un extranjero sea presidente, el perverso colorado que tiene un plan. Pero también, anotado en la misma lista, está Pino Solanas. Nótese que no digo este “también” por su aspiración de poder, sino más bien que para sostener su aspiración pasó a formar parte de esta lista de destructores del gobierno.Sostengo, entonces, que sin importar si va a ir por la presidencia de la nación o por la jefatura de gobierno de la ciudad, Solanas se asoció al club de destructores del gobierno por una cuestión de cálculo: se constituirá entonces en el ala izquierda, “progresista”, de esta nueva Unión Democrática, que pueda captar las simpatías de la clase media que no compra el clásico discurso de derecha. Se lo verá, entonces, más aún en los programas de América, TN, etc; tendrá mayor centrimetraje en Clarín, en suma, pasará a ser la centroizquierda “razonable”,”correcta”, un interlocutor válido con quien pueden compartir la crítica al gobierno aún desde posiciones ideológicas opuestas, y más aún, discutir si es necesario sobre la distribución de la riqueza sin “crispación”, “sin autoritarismo”. Esta es la mayor contribución que pueda hacerles Solanas, la de tratar de apropiarse del concepto de progresismo y terminar de legitimar el discurso de la derecha. No digo que cambie sus ideas, ni que “se venda”, sino que antepone su cálculo por sobre la consecuencia de sus actos. Quisiera saber cómo lograría redistribuir la riqueza “amigablemente”.
Nuestro gobierno nacional tiene evidentes claroscuros: INDEC, Jaime, el sostén a ultranza de Moreno, negocios no muy claros en los ámbitos del juego y la minería, que se contraponen también con la nacionalización de los fondos de las AFJP, el recupero la línea aérea de bandera con la intención primaria de comunicar al país, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que promueve una mayor democratización y pluralidad en los medios y por último, la asignación social para los menores, la lenta pero persistente recuperación del haber jubilatorio; en ocasión de la gran crisis del capitalismo puso a jugar los recursos del estado sosteniendo el empleo, etc. Ahora bien, a pesar de los errores y puntos oscuros creo que debe reconocerse al gobierno nacional no por sus dichos, sino por sus Actos; actos éstos orientados a favor de lo popular y lo nacional. Sabbatella, el otro emergente del centroizquierda, sostiene en cambio, una postura distinta: declara su independencia del gobierno, pero anuncia claramente su compromiso de acompañar con criterio propio las cuestiones a favor del campo popular. Pero deja bien claro que por divergente que pueda ser con el gobierno en algunas cuestiones, no se le será funcional a la derecha.
Para él podría haber sido mucho más redituable asociarse al frente del rechazo, mucho menos problemático, pero decidió conservar su coherencia ideológica, se quedó con un bloque de cinco legisladores, según la particular clasificación de la Bullrich, con “el resto”, pero anteponiendo los intereses populares por sobre los propios. Tendrá entonces un camino más arduo por recorrer.
Si realmente se quiere redistribuir la riqueza, promover la igualdad social, atender la salud y la educación, integrar en vez de expulsar, será necesario tener bien en claro nuestras elecciones; no creo que posturas amigables, desprovistas de conflicto con la Mesa de Enlace, UIA, IDEA sean compatibles con ello.
Más arriba nos preguntábamos qué era hoy, en Argentina, ser de “centroizquierda”, ser “progresista”. Seguimos sin tener la definición, pero quizá se nos haya aclarado algo de cómo se practica.Lo que sí queda claro es que el lugar en el que nos posicionemos hablará de nosotros.
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